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La palabra
fiesta es de las que más rápidamente definimos
desde niños a mayores. Pero puestos a conocer, divulgar,
promover, invitar, participar en una fiesta concreta de un lugar
determinado definiendo sus esencias, tiempos y lugares, es más
complejo y difícil lograr expresarlo todo y que los demás
se informen plenamente y sepan de que hablamos.
Este pequeño trabajo no puede
profundizar en cuanto nuestras fiestas populares comportan de
historia, tradiciones, mitos y ritos, religiosidad, costumbres,
organización, contenidos, vivencias. Posiblemente ni
alcance a animar a que en cada pueblo, barrio, cofradía
o peña se interesen en conocer lo que haya escrito sobre
esta o aquella fiesta, Santo, razones, fechas. 
Nuestras fiestas religiosas o profanas o mixtas ("misa,
procesión y vino a discreción") forman parte
importantísima de nuestra cultura serragatina, extremeña,
española, universal. Muchas de ellas llevan siglos, algunas
camufladas tal vez desde la prehistoria. Otras las debemos a
quienes repoblaron, formaron o sirvieron en nuestras villas,
lugares y aldeas (Ordenes militares del Temple, San Juan de
Jerusalén, Alcántara; Conventos, Diócesis,
etc.) Otras más o menos recientes, nacieron de los propios
cambios políticos, cívicos, tecnológicos.
¿Cuántos vehículos teníamos en 1920
por ejemplo, para acordarnos de San Cristóbal? ¿Quién
echa ahora mano de San Antonio, en tiempo de "ligues"?
¿Quién y por qué celebraba en el 70 la
Constitución o ahora la Victoria?
La fiesta es fiesta
cuando es algo que agrada, alegra, divierte, regocija, solemniza
un ocio y convivencia popular (tengamos la fiesta en paz es
un deseo mayoritario y una advertencia a los "aguafiestas"
que los hay. La fiesta popular mejor es aquella en que participan,
desde el día en que se acaba y hasta repetirla la mayor
parte posible de los que son afectados por ella. Y la que encuentra
la mayor aceptación y disfrute por el pueblo y visitantes.
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